Fotografía: Paulina Jarrín.
Los niños pasan más de las dos horas recomendables frente a un televisor, en muchas ocasiones sin supervisión adulta, y a pesar de que los canales de televisión locales presentan una alternativa dirigida a este público con algunos programas educativos, musicales, ecológicos, etc, no todas las imágenes que se presentan en este horario deberían ser vistas por infantes.
La publicidad, que engloba a las marcas auspiciantes y a los avances de contenidos de programas del mismo canal, no siempre está hecha para el horario infantil. Además de existir una serie de caricaturas que bajo ningún parámetro deberían estar clasificadas como infantiles. Es así como los niños en el país tienen acceso a escenas de violencia, dolor, racismo, machismo o sexo, aún inexplicables para su razonamiento y conocimiento, y que además no respetan su condición de niños y van encausándolos hacia un comportamiento no adecuado para el desarrollo de las sociedades.
Los canales de televisión y más específicamente los comunicadores estamos en el deber ético de proteger a las personas, y a los niños con mayor razón aún, pues se encuentran más vulnerables a la información que se les reparte.
El problema de la publicidad es que se mide en efectividad, y sostiene que los niños son uno de sus principales “targets”, lo que hace que el horario infantil sea bombardeado por publicidades que buscan acelerar el consumo y posicionar a algún producto valiéndose de las personas que más rápido resultado brindan: los niños.
Este blog busca contribuir mediante su investigación a la solución de un problema que está tomando fuerza en el país con el crecimiento de las marcas y por tanto el auge publicitario, como es la exposición de los niños a escenas no infantiles y no educativas.
Serán los niños los mayores beneficiarios ya que se podrá partir de éste para lograr futuras regulaciones en la programación infantil que garantice su integridad personal. Los comunicadores tienen la capacidad y el deber de buscar soluciones o alternativas para mejorar la comunicación dentro de la sociedad, por tanto no podemos descuidar a la información que es bombardeada hacia los niños durante horas de programación que debería ser segura para ellos, pero que el la realidad no siempre lo es.
Los niños pasan más de las dos horas recomendables frente a un televisor, en muchas ocasiones sin supervisión adulta, y a pesar de que los canales de televisión locales presentan una alternativa dirigida a este público con algunos programas educativos, musicales, ecológicos, etc, no todas las imágenes que se presentan en este horario deberían ser vistas por infantes.
La publicidad, que engloba a las marcas auspiciantes y a los avances de contenidos de programas del mismo canal, no siempre está hecha para el horario infantil. Además de existir una serie de caricaturas que bajo ningún parámetro deberían estar clasificadas como infantiles. Es así como los niños en el país tienen acceso a escenas de violencia, dolor, racismo, machismo o sexo, aún inexplicables para su razonamiento y conocimiento, y que además no respetan su condición de niños y van encausándolos hacia un comportamiento no adecuado para el desarrollo de las sociedades.
Los canales de televisión y más específicamente los comunicadores estamos en el deber ético de proteger a las personas, y a los niños con mayor razón aún, pues se encuentran más vulnerables a la información que se les reparte.
El problema de la publicidad es que se mide en efectividad, y sostiene que los niños son uno de sus principales “targets”, lo que hace que el horario infantil sea bombardeado por publicidades que buscan acelerar el consumo y posicionar a algún producto valiéndose de las personas que más rápido resultado brindan: los niños.
Este blog busca contribuir mediante su investigación a la solución de un problema que está tomando fuerza en el país con el crecimiento de las marcas y por tanto el auge publicitario, como es la exposición de los niños a escenas no infantiles y no educativas.
Serán los niños los mayores beneficiarios ya que se podrá partir de éste para lograr futuras regulaciones en la programación infantil que garantice su integridad personal. Los comunicadores tienen la capacidad y el deber de buscar soluciones o alternativas para mejorar la comunicación dentro de la sociedad, por tanto no podemos descuidar a la información que es bombardeada hacia los niños durante horas de programación que debería ser segura para ellos, pero que el la realidad no siempre lo es.
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